Mientras que la mayoría de las amenazas a la salud se anuncian con síntomas evidentes, la diabetes tipo 2 se infiltra en las vidas sin alboroto. Este desastre metabólico silencioso afecta a más de 462 millones de personas en todo el mundo—eso es el 6.28% de los humanos caminando con niveles de azúcar en sangre potencialmente peligrosos. Y las cifras siguen aumentando. Para 2045, nos enfrentamos a 780 millones de diabéticos globalmente. No es precisamente un club al que quieras pertenecer.
La naturaleza sigilosa de la enfermedad es lo que la hace tan peligrosa. Los síntomas se desarrollan gradualmente durante años, con muchas personas completamente ignorantes de su condición hasta que aparecen las complicaciones. Para entonces, el daño está hecho. Esto es particularmente preocupante ya que más del 95% de los casos de diabetes son tipo 2, apareciendo ahora cada vez más en niños a pesar de su anterior clasificación de «inicio en adultos». Tu cuerpo deja de responder adecuadamente a la insulina o no produce suficiente. De cualquier manera, tus células no pueden obtener la glucosa que necesitan. Fin del juego.
La diabetes no toca primero. Se instala en tu interior, desmantelando silenciosamente sistemas mientras sigues con tu día.
Los factores de riesgo son bastante directos. ¿Sobrepeso? Sí. ¿Físicamente inactivo? Sí. ¿Mala dieta? Triple sí. Añade antecedentes familiares de diabetes y ciertos orígenes étnicos (las poblaciones afroamericanas e hispanas enfrentan mayores riesgos), y tienes una tormenta perfecta. Incluso una modesta pérdida de peso del 5% puede reducir significativamente tu riesgo de desarrollar la enfermedad. La genética carga el arma, pero el estilo de vida aprieta el gatillo.
Las consecuencias no son bonitas. La diabetes destruye tu sistema cardiovascular, daña tus riñones y puede literalmente dejarte ciego. ¿Esas amputaciones de pie de las que has oído hablar? Eso es cuando la mala circulación y el daño nervioso se unen. La diabetes contribuye a alrededor del 11% de las muertes cardiovasculares en todo el mundo. Se estima que 240 millones de personas viven con diabetes no diagnosticada, bombas de tiempo ambulantes de complicaciones de salud esperando a suceder. No es exactamente un inconveniente menor.
El costo económico también es asombroso—el gasto sanitario global en diabetes se proyecta que alcanzará $1 billón para 2045. Eso es billón con «B».
¿La buena noticia? Esta enfermedad a menudo puede prevenirse o al menos manejarse. Los análisis de sangre regulares la detectan temprano. Los cambios en la dieta y el ejercicio regular hacen maravillas. Los medicamentos ayudan cuando los cambios en el estilo de vida no son suficientes.
En resumen: la diabetes no se anuncia con una banda de música. Se cuela por la puerta trasera. Los chequeos regulares importan. Tu yo futuro te lo agradecerá.